MIL HISTORIAS....

Sonny León fue el más famoso inquilino de la Colonia Psiquiátrica de Bárbula, dentro de cuyas paredes se tejieron miles de historias, amparadas en el secreto profesional, que permitió ocultar más de un escándalo que afectaría a la rancia sociedad y altas esferas del poder, no sólo de Carabobo y la región central, sino también del país.

Con este personaje del mundo del deporte, cuyo rastro se diluyó en la nada como su cordura, compartieron los amplísimos espacios de la colonia otros menos conocidos y en un altísimo porcentaje anónimos, cuya presencia en el hospital, hoy reducido a su mínima expresión en tres o cuatro pabellones, ha dado paso a lo anecdótico, como se convierten los recuerdos, que sólo contarán personajes como el doctor Pedro Téllez Carrasco, "libro viviente" que conoce los intríngulis de esta ciudadela de locos, sobre cuyos habitantes habla con respeto, porque con ellos pasó gran parte de su vida, y donde dos de sus tres hijos, Pedro y Javier, de infantes, descubrieron, con sus primeros pasos, lo que serían de adultos, uno como médico y escritor, y el otro como excepcional artista plástico que hoy plasma recuerdos de esa niñez particular que se desarrolló con extraños personajes, cuya dimensión comprendieron en toda su magnitud, mientras crecían entre una impresionante cantidad de libros que aún siguen dispersos, al descuido en la biblioteca de la casa materna.

El reconocido psiquiatra y humanista cuenta que la colonia fue fundada el 10 de diciembre de 1951, y los pacientes comenzaron a llegar el 12 de enero de 1952. Su primer director fue el doctor Cristóbal Masia, psiquiatra venezolano; fueron los primeros médicos los doctores Damián Morilla, José Solanes, psiquiatra español proveniente de la Colonia de Anare, el psiquiatra valenciano Pablo López Vielma. Después fue director el Dr. Rafael Betancourt Moreno, también valenciano.

La Colonia Psiquiátrica de Bárbula fue en su tiempo el mejor hospital para dementes de Latinoamérica, señala Pedro Téllez Carrasco, quien trabajó 33 de sus 75 años en esta institución donde junto a otro grupo de profesionales de la salud mental desarrolló un importante trabajo desde el punto de vista científico y humanístico.

El doctor Téllez Carrasco vino en 1961 de Madrid a Venezuela representando la Sociedad Española de Medicina al Primer Congreso Venezolano y Segundo de Historia de la Medicina, en Caracas. Luego lo llamaron de la Colonia Psiquiátrica de Bárbula a dar una conferencia. Necesitaban un profesor de psicopatología para el curso de postgrado de psiquiatría, fue contratado por la Universidad de Carabobo como profesor y médico del hospital de Bárbula. Se quedó en el país, junto a su esposa venezolana, Teresa Pacheco Miranda, también psiquiatra, graduada en España. Su trabajo ha sido imparable como científico y docente, en la Facultad de Derecho, en Medicina Legal y en Educación, donde explicó por primera vez en Carabobo la psiquiatría forense, hasta el día de hoy, a sus 75 años y a punto de jubilarse.

Fue jefe de todos los servicios del Psiquiátrico. Cuenta que cuando llegó en el 61 había 1.800 pacientes y 20 pabellones. Los residentes, provenientes de todo el país, tenían asistencia como pacientes crónicos y desarrollaban labor terapia; por ello la colonia contaba con excelentes instalaciones agrícolas, una vaquera con ganado premium, aves de corral, cultivos de frijoles, de guisantes. Los pacientes tenían cine, hacían teatro; tenían su iglesia para servicios religiosos. Organizaban fiestas de carnaval con sus respectivas reinas. Eso desapareció, vinieron las invasiones y el sitio vio reducido su perímetro, que llegaba hasta el cerro.

Bárbula era el lugar por antonomasia para curar la locura, todavía uno escucha la frase "estás como para irte a Bárbula".

Señala Téllez Carrasco que la esencia de la psiquiatría carabobeña ha residido fundamentalmente en que los médicos de Bárbula eran a la vez profesores de la Universidad de Carabobo: Solanes, Richard, Morillas, Rodríguez, Olaizola, Sánchez Medina y Rendón. Téllez fue fundador de la cátedra de Psiquiatría Forense en Carabobo en la Facultad de Derecho.

PRESTIGIO INTERNACIONAL

El prestigio internacional que tenía la colonia y los profesionales que allí laboraban le permitieron ser un sitio donde se ensayaban fármacos antes de que fueran introducidos al mercado venezolano, para que tuvieran permiso del Ministerio de Sanidad, porque se exigía un trabajo clínico realizado en un psiquiátrico que tuviera la garantía de Bárbula y la idoneidad de los médicos que trabajaban allí.

Téllez Carrasco ensayó por primera vez en este continente un medicamento que revolucionó el tratamiento de la esquizofrenia, la Glozapina, y le siguió una serie de fármacos que tienen la propiedad de actuar sobre los síntomas psicóticos sin provocar temblores. Esa nueva serie se inició en Venezuela en ensayos con pacientes de la colonia de Bárbula. También se ensayaron por primera vez los fármacos Librium, Valium, Deferil, Laboperidol, Bonifec.

El doctor Solanes inició la labor terapia, que todavía sigue; allí se fabricaban los haraganes que se distribuían en todo el país. Se fabrican aún las piñatas más bellas de Carabobo, salidas de las mágicas manos y creatividad de Pacheco, el único paciente crónico que ha quedado.

SONNY, EL HOMBRE LOBO Y OTRAS HISTORIAS

Echamos mano a todos los argumentos posibles para obtener la información sobre aquellos personajes que estuvieron recluidos en la colonia psiquiátrica y tenían algún vínculo con personeros del gobierno o apellidos de abolengo, "escondidos" allí para evitar escándalos.

Misión imposible. El doctor Téllez no cayó en la trampa y no hubo forma ni manera de que soltara prenda. "Hubo algunos que fueron a dar con sus huesos a uno de los pabellones privados de la colonia de Bárbula, uno que no atendí yo y que era familiar de un ex presidente de Venezuela, cuyo apellido no recuerdo". El "secreto profesional" selló sus labios. Nisi quiera los mencionará en su monografía "Historia de la Psiquiatría en Carabobo 1950-2000", trabajo presentado en la Facultad de Medicina de la Universidad del Zulia para optar al título de doctor en Ciencias Médicas en marzo de 2001, y que será publicado próximamente.

Pero finalmente hizo memoria y recordó varios personajes. "Ruby", un médico yugoslavo de la Segunda Guerra Mundial, murió en la colonia de Nirgua. Una persona muy interesante que sufría de esquizofrenia. "Marcel", un gran artista, que aún está vivo en Nirgua. Integró del Taller de Arte Psicopatológico, el primero que se fundó en Venezuela en 1968 con el profesor Suárez, la doctora y artista plástica Sonia Carvallo y el Dr. Téllez. Con este taller se lograron 18 exposiciones, con un éxito enorme en Caracas.

Otro personaje, el que eligió los terrenos para Bárbula, después estuvo hospitalizado allí mismo por una parálisis general progresiva. "No me acuerdo el apellido. Mucha gente importante de Caracas buscaba una palanca y colocaba en privado a su familiar".

En Bárbula hubo un licántropo. El hombre lobo de Carabobo se llamaba Evangelista. Era del estado Miranda, gigantesco. "Un día desapareció -comienza a relatar Téllez-. Por esa época se fugaban muchos pacientes, se iban hacia el cerro y no se volvía a saber de ellos. Era hermano de un profesor de la Universidad Central de Venezuela y tenía la peculiaridad de que era un poco cejudo y sufría una enfermedad de las vértebras cervicales, que le hacía encorvarse. El hombre se perdió. Pasó un tiempo. La mujer de servicio de mi casa vivía en La Entrada y le dijo un día a mi esposa 'hay un animal rarísimo con un pelo larguísimo, que parece como un lobo". La gente tenía la conseja de que ese animal llegaba a Bárbula por la noche y se llevaba piezas enteras de carne. Un día un enfermero vio una sombra con una cosa cargada al hombro y lo siguió, pero se le perdió en la montaña. Dio parte a la dirección y a la PTJ. Fueron buscando hasta llegar a la montaña y allí vieron el capó de un camión. Aunque tenía el aspecto, no era un animal. Había ropa interior de mujeres y huesos en una braga azul, de las que usaban los pacientes. Se trataba del gigante que había desaparecido. A los policías, él negó que se comiera a la gente. Yo lo vi en el despacho del director, lo metieron a un pabellón en aislamiento y también de allí se fugó. No se supo más de Evangelista, el hombre lobo de Carabobo".

Entre los recuerdos del Dr. Téllez aparece una paciente que se comía los dedos, por un trastorno genético. Entre sus pacientes hubo 14 casos de parálisis progresiva, la última etapa de la sífilis. "Había un paciente que era un negro grandísimo, que decía que había sido verdugo cuando Juan Vicente Gómez y se creía encarnado en figuras de la historia: Nerón, Cristo, Mahoma".

Un día, Téllez estaba de guardia en el servicio de admisión, y le llegó un ciudadano traído por la policía. Le hizo la historia, lo ingresó. El enfermo estaba en malas condiciones, andaba como un indigente. Los vecinos del centro de Caracas lo trajeron para Bárbula. Un trabajador le dice al galeno si no reconocía al paciente que entrevistó, y él le dijo que no.

"Usted entrevistó a Sonny León, uno de los campeones de boxeo de Venezuela". Así fue la historia, Sonny estuvo un tiempo en Bárbula, después no se sabe si se escapó o lo sacaron.

Otro boxeador que estuvo fue uno que llamaban "el Novillo", era muy fuerte, un peso pesado de esos que habían ganado todas las peleas por nocaut. "La Cobra" era otro paciente, que se fugaba, trepaba paredes; una vez le dijo: "Doctor, yo me quedo tranquilo si usted me trae una hayaca el día de Navidad", y ambos cumplieron la promesa.

Gustavo Azuaje, "Gustavito", es un personaje al que atendió desde los tres años de edad. El es una muestra de cómo puede rehabilitarse un paciente y de qué manera se puede liberar del estigma del enfermo mental. Quedó huérfano, vivía con una tía en Caracas, muy pequeño lo trajeron para Bárbula, donde se rehabilitó totalmente. Hoy está en el Rectorado con su cachucha, trabaja en el estacionamiento, varios rectores lo han condecorado, es hincha a rabiar del Magallanes y fan de la orquesta Los Melódicos.

TREINTA MIL HISTORIAS

La colina de Bárbula en el transcurso de su historia confrontó diversos problemas originados por la política y los sindicatos. En su última intervención en el año 92, salieron a relucir graves situaciones de corrupción, donde los empleados y reposeros superaban a los pacientes. Eso dio paso a que la Universidad de Carabobo ocupara pabellones e instalaciones para ampliar la Ciudad Universitaria. Lo malo fue que inquilinos originarios fueron sacados de su hábitat. Quedan los pabellones 1 y 2, uno de hombres y uno de mujeres para hospitalizaciones de 20, 30 días, una consulta de emergencia y consultas externas distribuidas en los Centros Ambulatorios de Salud Mental, en La Florida, La Isabelica, Naguanagua. Los pacientes crónicos están en Nirgua.

En 50 años hubo 30 mil historias en Bárbula. En otra época, el pincel de Arturo Michelena dibujó, cuando tenía 16 años de edad, para ilustrar el libro "Costumbres venezolanas", a cuatro dementes, que el artista llamó "Los locos de Valencia". En estas acuarelas, están retratados la loca Teresa Ramírez, el loco Carlos Muñoz, el pigmeo Trinidad y Ño Manuel. Hoy pertenecen a la señora María Luisa López de Guruceaga, en Caracas.

El Dr. José Solanes

José Joaquín Burgos

Como el que jüye el mundanal rüido, así vivió entre nosotros el Dr. José Solanes Vilapreño, psiquiatra, universitario puro. Sabio de aliento universal venido de la España que aventó hacia el mundo a brillantes generaciones que huían del franquismo. Nacido en Pla de Santa María (Tarragona) el 17 de noviembre de 1909, llegó a Venezuela en 1949, cuarenta años ya bien vividos y aprovechados en adquirir una sólida formación científica y humanística que entregaría, generosamente, a su nueva patria. Vino contratado por el MSAS para trabajar en la colonia psiquiátrica de Anare. Académicamente, se había recibido en la República Francesa de Docteur de l'Université de Toulouse- la mirail mention lettres Trés Honorable; y ya tenía una brillante experiencia en el campo de la psiquiatría, pues había trabajado con maestros tan notables como Emilio Mira y López, en España, y en Francia con los brillantes de entonces. Como curiosidad, más que como alarde, recordaba, si alguien insistía en ello, haber sido psiquiatra de aquel genial paciente que se llamó Antonin Artaud.

En el año 1952, el Dr. José Solanes llegó a Valencia, a trabajar en la entonces famosísima Colonia Psiquiátrica de Bárbula. Aquí compartiría su experiencia y su formación con otros psiquiatras de relevante formación, como los doctores Pedro Téllez Carrasco (también español) y Rafael Betancourt Moreno, un venezolano que se formó en España, de la mano del maestro Juan José López Ibor, y que hasta llegó a escribir un breve tratado psiquiátrico sobre el toreo. Aquí en Valencia, el sabio doctor Solanes hizo una labor inmensamente hermosa. En 1959, reabierta la Universidad de Carabobo, ingresó como docente en la Escuela de Medicina, donde dejó una imborrable huella. Además de su obra docente, dejó una muy bien nutrida obra literaria: muchos (tal vez más de cien) trabajos científicos revestidos de un hondo contenido humanístico, de los cuales, para dar fe, citaremos "Los nombres del exilio" y "La gratitud". El último, un ensayo pronunciado como discurso en el acto con que lo honró la Universidad de Carabobo al otorgarle el título de Doctor Honoris Causa, en el año 1990.

El Dr. José Solanes Vilapreño honra de la Universidad de Carabobo, miembro de la Real Academia de Medicina de Barcelona (España), se durmió en la paz del Señor aquí en Valencia, en 1991. Había vivido 82 años de dignidad, sabiduría, bondad y sencillez, como viven los sabios de corazón, de conciencia y de espíritu. (tomado de notitarde.com. leonor mendoza)

1 comentarios:

    On 16 de junio de 2013, 13:02 Anónimo dijo...

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